Uno de los diseños más remarcables de Leo Colovini, que muestra como principal virtud ser un juego de mayorías que funciona muy bien a dos y tres jugadores. Es tenso, exigente, entretenido, ágil y bastante elegante, aunque el concepto del control de las unidades puede resultar confuso de primeras. Lo peor que se puede decir del juego es que el azar, en partidas a dos jugadores, puede jugar malas pasadas y decantar la partida si se ceba con un jugador. Pero por lo demás, un diseño que ha soportado muy bien el paso del tiempo.