Un abstracto para dos que coge una idea tan básica como formar una línea de cinco elementos del color del jugador y le da un giro (nunca mejor dicho) al convertir al tablero en un elemento más sobre el que los jugadores pueden actuar. Desgraciadamente, no es suficiente para generar una profundidad suficiente como para que el juego mantenga el interés con el paso de las partidas, con un desarrollo previsible y, en ocasiones, reiterativo. Como introducción a este género de juegos puede funcionar gracias a su vistoso funcionamiento, pero pronto pasará a un segundo plano.