Es, en esencia, es el mismo juego que hace unos años cosechó tan buenas críticas y ya se ha convertido en una referencia. Las tres diferencias significativas son la limitación impuesta por el peón a la hora de rellenar patrones, el punto estratégico por la bonificación por ciertos colores y la variabilidad y asimetría al conformar el tablero de forma aleatoria. Por contra, es un juego más engorroso de manejar, entregando esa elegancia tan característica de Azul para ganar profundidad, quedándose a medio camino.