Una reimplementación de un antiguo diseño de Kramer y Kiesling enfocado al público casual. Muy sencillo de reglas y con cierta toma de decisiones. El problema es que es un juego que se queda muy corto para cualquiera que tenga un mínimo de experiencia en el mundo de los juegos de mesa, resultando una experiencia azarosa y repetitiva. Y la producción tiene un problema de dimensionamiento, provocando que el desplazamiento de los peones sobre el tablero sea incómodo. Se queda al borde del abismo, pero considero que cumple el mínimo si se piensa en el tipo de jugador al que va dirigido.