Un buen juego de deducción cuya mayor virtud es, además de plantear un puzle entretenido y exigente, haber aislado a los jugadores para evitar pifias que arruinen partidas. Como contrapartida, el juego tiene un nivel de interacción demasiado sutil como para ser relevante, por lo que acaba convirtiéndose en un solitario. Y lo hace gracias a una aplicación móvil que acaba ensimismando a los jugadores. No es el juego de deducción definitivo, pero es un juego que resulta suficientemente satisfactorio como para recomendarlo.