Uno de esos fenómenos que ocurren muy de vez en cuando en la historia de los juegos de mesa moderno. Un diseño casi artesanal, con elementos que no han quedado bien pulidos a nivel mecánico y con un aspecto gráfico no especialmente atractivo consigue abrirse hueco entre las estanterías de centenares de jugadores gracias a lograr capturar una ambientación de forma bastante precisa. Considero que es importante que el jugador se sumerja en esta ambientación para disfrutar de un título que, en el fondo, es un eurogame con gestión de la mano de cartas. Está lejos de ser un juego perfecto y ampliamente recomendable, pero sí que creo que lo disfrutaréis bastante si os atrae el tema de la aristocracia victoriana y tenéis cierta tolerancia al impacto del azar, que puede tener más peso a la hora de desequilibrar partidas que la toma de decisiones de los jugadores.