De esos juegos de los que no esperas gran cosa pero, cuando te lees el reglamento, la premisa puede parecer interesante. Desgraciadamente, ese atractivo inicial se diluye cual azucarillo y te encuentras con un diseño tremendamente barroco para ser un eurogame de peso medio de obtener recursos para emplearlos en conseguir elementos que proporcionan puntos de victoria. Lleno de parches que entorpecen continuamente el desarrollo de la partida, dejando desde el primer momento un sabor de boca no especialmente agradable. No es que sea un desastre de proporciones épicas, pero es de esos juegos que cada partida que le echas, más te aburre. Además no escala especialmente bien, ya que a menos de cuatro jugadores se utilizan peones que encarecen espacios de acción. Pero es que a cuatro jugadores es la configuración que mayor duración presenta. Por no hablar de la enorme cantidad de simbología que lastra aún más al juego.