Un filler familiar en tiempo real con un aspecto visual que puede llevar a engaño. Resulta bastante divertido al lograr generar cierto nivel de tensión en los noventa segundos que dura la partida. Dispone de varios niveles de dificultad que van desde algo relativamente sencillo (intentar coleccionar cartas con un determinado tipo de animal) hasta cartas con múltiples criterios que interfieren entre sí, lo que eleva el nivel de complejidad lo suficiente para que pueda ser disfrutado por cualquier tipo de jugador (siempre que les gusten los juegos en tiempo real y de construcción de patrones). La mayor pega que tiene es que es de esos juegos que se tarda lo mismo en explicar o en evaluar la puntuación final que en jugar, aunque hablamos solo de minuto y medio.