La versión legacy del clásico de Alan R. Moon. Mantiene intactas las virtudes del juego original y plantea una campaña de doce partidas que, si bien tarda algo en arrancar (seguramente para poder introducir en la partida a jugadores sin experiencia en juegos de mesa y/o con Ticket to Ride), cuando lo hace engancha de forma poderosa. Me gusta mucho que cada añadido al juego, además de ser fungible, altera las prioridades de los jugadores, llevándolos a enfocar cada partida de forma distinta, logrando escapar de la monotonía en la que muchas campañas legacy se sumergen cuando esta progresa. Además delega en los jugadores decidir como se va a ir desarrollando la campaña, como si fuese una especie de libro-juego, lo que denota un trabajo de diseño hercúleo para que las partidas se mantengan equilibradas. Lo recomendable es jugar la campaña a cuatro o cinco para descubrir la mayor cantidad de elementos posibles, pero si os gusta jugar a Ticket to Ride a dos, la campaña se puede jugar perfectamente y es muy divertida. Me quito el sombrero ante esta obra de diseño que mantiene a los jugadores enganchados a la campaña, sobre todo cuando comienza la fiesta tras las partidas iniciales.