Un puzle ágil y entretenido, con una mecánica de draft y un sistema de despliegue usando el mecanismo de siembra típico del mancala que resulta desafiante sin ser complejo. Su baja interacción y cierta dependencia del azar pueden frustrar a algunos, y la rejugabilidad no es su fuerte, pero cumple como juego ligero para partidas esporádicas. La producción es cuidada, y el arte de Takako Takarai, aunque no deslumbra, aporta un toque relajante. Ideal para quienes buscan un desafío personal sin demasiada confrontación. Eso sí, dentro de la enorme competencia en este tipo de juegos, aun cumpliendo con su objetivo, es difícil que se anteponga a diseños de referencia.