Divertidísimo party en el que una idea muy básica como es la del juego de El Duro se transporta a la mesa. Interacción (robando cubiletes), prueba y error y un puntito de nostalgia gracias a las ilustraciones que recuerdan a Dragon Ball nos mantendrán pegados a la silla lanzando cocos como si nos fuese la vida en ello, celebrando cada acierto y soportando las burlas de los demás ante los continuos fallos. Lo peor es que, si los jugadores son poco comedidos, es posible que nos llevemos recogiendo cocos del suelo durante buena parte de la partida.
Es pura diversión. Hay muchos juegos de habilidad, pero tirar cocos de goma con un mono de plástico resulta especialmente divertido. Y es muy adictivo. Con más de dos jugadores, ir a quitarle los cocos al que está ganando es un puntazo.